miércoles, 8 de diciembre de 2010

Tigre Celta



El tipo se crío en Donaghmede, una barrio al norte, donde quedan todos los suburbios de Dublin, del otro lado del río Liffey. En 2005 sacó un disco con un título previsible: Aprovechá el día, pero después de escucharlo ese "seize" del título puede también traducirse como "agarrar" o "apoderarse". Agarrar el día, apoderarse del día. Eso sí es lo que propuso Damien Dempsey desde la primera vez que se subió al escenario de un pub roñoso y volvió a poner a un paddy al frente de la música irlandesa, pero ya sin el lugar común que construyó una idea de espíritu melancólico y con problemas de bebida.
Dempsey bajó de los ásperos barrios altos cuando los jóvenes irlandeses habían aprendido a olvidarse de la miseria y el peso de haber nacido en un país que, hambrunas y exilio mediante, cuenta con la mitad de la población que tenía allá por el siglo XIX, cuando en las casas se amontonaban a comer papa.
"Cuando escuches al tigre rugir, corré para la puerta / porque si sos pobre te come seguro / y así nos enteramos que el pobre tiene mejor gusto que el rico", rapeó en "Celtic Tiger" y muchos lo miraban como al cabeza de turno que no se adapta al presente. La cuestión es que ese disco de Dempsey volvió a hacerse de un discurso y un imaginario clasista casi 5 años antes de la catástrofe, pero más cruzado por la fe y la bronca que por la idea de una reivindicación proletaria.
Damien Dempsey se agarraba a trompadas con sus vecinos y se hizo boxeador, ganó un par de peleas, pero el Sean nos (el viejo canto de estilo irlandés y su enorme biblioteca oral) lo convencieron de salvarse las manos y probar suerte haciendo lo mismo que hacía acodado en los pubs después de catorce o quince pintas. Seize the day teminó siendo uno de los mejores discos en la historia de la música de un país con muchísima música.
Hoy en las calles de Dublin, mientras el viento se termina de llevar lo que dejó un tiempo de prosperidad vacío, alguien escribió en una pared del North Side "Damien me hace creer". Ya mucho antes de que se transformara en un héroe popular, un amigo que sabía bien lo que Dempsey tenía entre manos, filmó un documental donde se ve llorar a más de un gigante celta enfrente del escenario. La película, que se puede ver entera en youtube, se llama Esta todo bien, en referencia a un himno que iba a estar incluído en ese primer disco. "Soy un hombre enojado, sí / me saco la bronca, sí /con la bolsa, no con la basura", así arranca esa canción. Bolsa de basura (skagbag) es en el slang de Dublin algo así como nuestro negro cabeza.
Después de aquel disco vinieron otros dos, muy buenos (Shots y To hell or Barbados), con la misma idea: decir todo lo posible sin ser demasiado arrogante o demasiado esnob y, especialmente, hacerlo en un acento que estaba permitido en la música irlandesa sólo para The Dubliners: un inglés duro cruzado por el gaeilgue. Eso lo distanció de los popes contemporáneos como Sinnead O`Connor y Bono. Lo puso en otro lado, tanto que lo último que grabó (The rocky road, 2008) es una larga lista de las grandes canciones de los más grandes músicos celtas. 
En aquel ya viejo documental, mientras lo filman en una de esas callecitas que comunican las casas de los barrios industriales, se escucha un ruido de garage y una voz que le dice a Dempsey "Che, me podés dar una mano con esto", este le responde con una sonrisa y un poco de vergüenza que lo disculpe, que lo están filmando. El otro insiste, "vamos, es un minuto, nada más".


Cuando muera
quiero morir
no en la casa hecha por un desconocido
sino por las manos de un masai.


Cuando cante
quiero cantar,
cantar como un alondra, como el amanecer golpea la oscuridad,
dejar que una dulce melodía me libere.


Cuando ame
quiero amar,
no como un canalla sin un rastro de coraje,
sino como las flores aman el brillo del sol.
 
El campo de batalla ruge,
Corazón contra mente, lo que se quiere decir contra lo que se es,
Pequeñas piedras causan olas enormes.
 
Masai, Damien Dempsey