jueves, 11 de noviembre de 2010

En la cancha. Ocio.


El ocio tiene que ver con un derroche: dejar pasar el tiempo. Ahora, lo que muchas veces ocurre es que nunca se vincula esa abundancia con algo distinto a una idea general de felicidad. Estar al pedo vendría a ser algo intrínsecamente hermoso. La versión del ocio en la película de Lingenti - Villegas le da la espalda a este suposición casi universal. Lo que OCIO deja en claro es que el problema del tiempo es el objeto del tiempo, es el lugar donde se posa la mirada del que reposa, las cosas que revisa en su memoria y cómo calibra el cuadro de lo que debería ser, más o menos, el futuro. En la película ese objeto es la muerte de la madre, aunque no contada como generalmente el cine cuenta una muerte, fijándose en algo que está ausente para ahí instalar el drama, sino que en OCIO se van mostrando los restos de algo que sigue vivo y frena la historia personal y, hasta cierto punto, la del pequeño planeta que son los espacios propios en la ciudad. La muerte de la madre es que haya té berreta, que se coman fideos sin salsa, que se mire tele hasta tarde, que todos parezcan sin bañarse. Básicamente nada se mueve en la vida de un hombre, más bien se sienten las réplicas de un daño enorme. Lingenti - Villegas proponen en cada secuencia vivir el ritmo de ese tiempo, escuchar una canción entera, jugar al metegol o andar en bicleta. Esta historia es una historia desde cero, cada elección nos hace sentir eso, que todo empieza de nuevo, que lo que pasó apenas se conecta con lo que viene, que no hay posibilidad real de armar un relato, porque eso, al final, es lo que hay que decir. Por cosas así OCIO es una gran película y OCIO es una película argentina, por su producción, por origen, pero es más precisamente una película porteña o, afinando más, una película de barrio, de un barrio del sur en el que un pibe también puede sentir que la vida es algo delicado. Hay una pelota que en un momento golpea el toldo de chapa, viene de otro lado, el protagonista hace jueguito y después de vuelta a hacer nada. En otra escena, el padre la patea, la cuelga y nadie se lamenta demasiado, porque, de alguna manera, se hizo justicia. Estamos donde crecimos, los otros son conocidos. Algo te queda bien claro: está en la ciudad de todos. Lo que le pasa a este pibe no es sentimentalismo francés.

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Ocio, una película de Alejandro Lingenti y Juan Villegas,

basada en la novela de Fabián Casas.

A partir del jueves 11 de noviembre de 2010
Cine Cosmos
Av. Corrientes 2046
Jueves, viernes, sábados y domingos - 20 y 22 hs.